Instalaciones

Cerro del Espino



Localización: Calle Moreras, s/n (28220, Majadahonda)

El Cerro del Espino marca sin duda la historia del CF Rayo Majadahonda. Desde su creación hasta el estado actual del terreno de juego y los campos aledaños han pasado muchas cosas, que merecían un capítulo aparte. Y es que nunca un club fue tan ligado a un terreno de juego como el CF Rayo Majadahonda.

El nombre del Cerro del Espino le viene dado por cómo eran conocidos antiguamente los terrenos en los que se ubica, en la antigua carretera de Majadahonda a Pozuelo de Alarcón. Un cerro, que cuenta con las mejores vistas de Madrid desde la zona Noroeste, en el que los majariegos tienen su campo de fútbol, conocido ya en toda España.

Y aunque también hubo historia en los primeros años donde se jugó en diversos campos por el pueblo (La Laguna, Puerta de Madrid, Las Villas o Mapfre) no es sino en 1976, cuando se decide acondicionar y vallar el terreno de juego del Cerro del Espino. Es el momento en que el CF Rayo Majadahonda comienza su andadura como club federado.

La Oliva

Localización: Avenida de las Moreras, s/n (28220, Majadahonda)

Sede principal de la Escuela de Fútbol del CF Rayo Majadahonda. Una de las escuelas con más prestigio de la Comunidad de Madrid.

La historia de “La Oliva” va unida a la del CF Rayo Majadahonda, y ambas parten del apoyo inicial del Ayuntamiento a la «Escuela Municipal de Fútbol del Rayo», que necesitaba de nuevas instalaciones, «para que su crecimiento no se detuviera por falta de infraestructuras».

Tras una temporada en el Cerro del Espino, la Escuela trasladó su actividad a San Cristóbal, un campo de pequeñas dimensiones que puso a prueba la capacidad de organización de Enrique Liébanas y su equipo de entrenadores. Todos retomaron el Cerro del Espino con la ilusión por bandera, una vez terminadas las obras de remodelación. Había pasado una etapa muy dura, pero la capacidad de sacrificio y el amor por el trabajo habían quedado demostradas con creces.

En la nueva instalación, la Escuela ya contaba con más de diez equipos federados y cerca de 600 niños, que tenían por fin unas instalaciones dignas para poder desarrollar su trabajo. Dos campos de tierra y unos vestuarios anexos, en los que Enrique Liébanas y Antonio Iriondo, por aquel entonces director técnico, dieron a la Escuela su máximo esplendor, consiguiendo varios títulos importantes y, lo que es más importante, formando a jugadores y a personas.